Yo mera un día en el auto de Itzel, junio 2018.
La vida es algo que cambia en un instante, por lo que no es extraño que en medio año experimentemos modificaciones de cualquier índole.
En mi caso, estos seis, casi siete meses, representan un viaje; una travesía para encontrar lo que siempre quise: a mi misma.
No ha sido sencillo. La razón que me incitó a hacerlo fue una de las más dolorosas que he sentido en mi vida. Viéndolo de lejos, creo que un golpe de tal magnitud era necesario para hacerme reaccionar y ver lo que no quería ni merecía en mi andar, en cualquier aspecto.
Sabía que tenía qué levantarme sí o sí. Me definí durante años como "defensora de las causas perdidas" y yo, en ese instante, así me sentía. Por ende, no claudiqué e hice algo que pocas veces realizaba: pedí ayuda.
Un gran amigo, mi cabra adorada (Abraham: no cabe en una sola vida mi agradecimiento), me dio números y nombres. Elegí a Ernesto. Lo contacté y los primeros días de enero, nos conocimos.
Recuerdo que me preguntó por qué estaba ahí. Le dije la razón: me dejaron sin más, pero fui honesta y seguí: "y sé que no es lo único". Dí en el primer clavo: el problema no era ese en si, sino algo mucho más viejo que yo, además de una depresión algo fuerte.
En esa sesión, Ernesto dijo que si hacía las tareas y lo que me iba aconsejando, mi vida comenzaría a cambiar y me sentiría mejor conmigo misma. Si yo empezaba a amarme, otros lo harían, siempre y cuando se los permitiera.
No se equivocó. Parecía profeta. Cada cosa ocurría, a veces a magnitudes aún más maravillosas. Comencé a ser más consciente de las piedras del camino y cómo quitarlas, de darme mi lugar, de no permitir dramas míos y no ser el basurero de otros.
Creí que mi duelo, pese a los cambios, iba a durar siglos. Afortunadamente, no fue así. Fui valiente y tomé determinaciones que antes no hubiera hecho por miedo o porque la gente podía juzgarme.
No hay juez más importante que nosotros mismos. Si logramos acuerdos, negociaciones y veredictos adecuados con nuestro yo, todo lo demás da igual.
La sanación conmigo misma no ha sido nada sencilla. Creces con ideas dolorosas, cargas problemas que no y es todo un tema desaprender, mas no es imposible. Es un practicar y hacer diario. Esas corazonadas que a veces tenemos, son un buen punto de partida.
Descubrí que pasar tiempo conmigo y poder comer sin nadie a un lado es precioso. Comprarte un regalo, darte gustos que de verdad te nazcan, eso alimenta tu interior.
En este periodo, me atreví a cortar lazos con personas que dejé que me hicieran sentir como una persona sin valor, que no merecía un lugar. Me di mi lugar frente a otros. Reforcé relaciones con los que siempre me quisieron y estuvieron en mis peores momentos.
Abrí las puertas a nuevas personas y me di la oportunidad de aceptar invitaciones de gente fabulosa para conocer nuevos platillos, otras visiones.
Por ejemplo, mi mejor amiga casi hermana, Katia me mandó un video (con dedicatoria para mi) de Jesús, a quien conocí años antes gracias al hermano de ella, Miguel. Desde que nos vimos por primera vez, nos caímos muy bien. Era tan gracioso el material que decidí escribirle.
Me invitó a comer y, esa misma tarde-noche después de cantar, beber y hablar por horas, supe que estar con él era lo que quería.
En otras situaciones, el pánico y mi poca autoestima me hubieran apabullado y lo hubiera dejado pasar. Para empezar, ni aceptaría la comida. En este tiempo, le dije que me gustaba y tomé otras determinaciones, sumadas a su creciente interés y amor por mi las que, tres meses después, tenemos una bonita relación.
Es mi orgullo y yo soy el suyo. Somos equipo y estamos cumpliendo nuestras metas, poco a poco. Nos amamos. 💜
Cada paso de esa historia sorprendía a Ernesto. Estaba orgulloso de mi avance, porque daba saltos cuánticos con cada nueva situación y palabras. Eso siempre ha ido a la par con mi desarrollo en otros puntos.
Aún me falta un trecho por curar. Aún tengo muchísimo qué aprender y reconciliar conmigo misma, tomar mis errores e integrarlos para ser más fuerte. A veces, mi pasado me atormenta, pero le doy dos segundos para que tome sus cosas y retire sus malas sensaciones.
Mejorar aspectos para armonizar mucho más mi relación con el mundo en general. Seguir adelante y cultivar más amor en mi y en las personas que han demostrado ser honestos e incondicionales, los que brincaron cuando vieron que estaba mal.
No obstante, creo que para un periodo de tiempo relativamente corto, todo pinta para bien. Mi esfuerzo y la guía de Ernesto, quien cada semana habla conmigo, me impulsan a mantener el reencuentro conmigo y mi entorno.
Si te cuento esto es porque, aunque hoy te parezca que tu problema no tiene salida, sientes que nunca encontrarás a alguien para ti, que eres tonto o que no vales, todo eso puede cambiar.
Yo tenía terror, pero el primer peldaño, aunque suene muy de autoayuda, es admitir que algo malo ocurre y pedir ayuda a tus seres queridos o a un profesional.
No dejes que tu vida se hunda. Juro por todo lo que amo que sí hay solución y que, para ello, tal vez mucha gente no te acompañe, pero verás que el irse de tu camino es lo mejor para ti.
Gracias por leerme. 🦄❤️

Comentarios
Publicar un comentario