| Santa María Regla alias "estallará la bomba", 17 de octubre de 2017. |
Cada año hago un recuento de lo que fue ese tiempo para mi. Este 2017 las palabras elegidas son "caída" y "cambio", ya que son las que más marcaron los 12 meses caóticos que vivimos la mayoría de nosotros.
Iniciaré con "cambio". Una de las últimas noches de octubre, justo días después de cumplir años, recibí noticias shockeantes mientras no dejaba de llorar en un sitio concurrido. Entre las últimas frases que escuché fue "a ti no te gusta el cambio". En ese momento dije que sí, que no me gustaba. Mentí.
Amo el cambio, el movimiento. Lo que pueda hacerte evolucionar y aprender para ser mejor, es maravilloso. Este año tuve la fortuna de titularme, algo que no había logrado en varios años; era la mitad de una competencia con alguien a quien amé muchísimo. Me acompañaron los que más amo y fue especial todo ese momento.
Después de dos años, dejé Milenio. Me dolió porque amaba editar Internacional y a mis compañeros, pero hay que crecer. Los extrañé mucho, pero comprobé que cuento con ellos a pesar de que no estemos en el mismo sitio. Siempre voy a estar agradecida por el cariño, el apoyo y las enseñanzas que obtuve ahí; sin duda no sería tan buena sin ellos, mi querido .com. Lía y Ángel son sólo algunos de los muchachos que me llevo en el alma.
Por su parte, El Financiero me recibió con los brazos abiertos y con nuevos retos que día con día me gusta superar. He conocido gente maravillosa que cree en mí y en mi trabajo, además de que se preocupan por mis emociones. Siento que tomé una buena decisión para mi carrera y mi vida.
Al dejar mi antiguo trabajo, también me mudé. El sur es un sitio peculiar para alguien cuyo corazón siempre ha estado en el norte de la Ciudad de México. Poco a poco la adaptación se va dando y, con ella, los movimientos en el resto de mi vida.
Estoy cumpliendo un sueño: aprender catalán. Amo el idioma porque me encanta Barcelona, Joan Manuel Serrat y las corrientes arquitectónicas en ese sitio. Quiero ir muy pronto por allá. El Orfeó Català de Mèxic me ha dado excelentes amigos y un sitio donde crecer intelectualmente y como persona. Son mi terapia, mi familia.
Tanto cambio me hizo entrar en shock. Algunos meses estuve deprimida y mucha gente a mi alrededor no supo cómo actuar. Sin embargo, con el tiempo fue mejorando y superando las barreras.
Cuando las cosas parecían ir bien, vino la "caída". El sismo del 19 de septiembre movió y golpeó a mi amada ciudad; a muchos nos quitó la calma, a otros sus casas y a su familia. Un duelo enorme se posó sobre todos. ¿Quién no lloró o se enfermó en las semanas posteriores? Hay algunos que aún siguen intentando salir adelante. Otros tratamos de tomar lo bueno de esa lección: tenemos una oportunidad muy grande para mejorar como personas y sociedad.
A partir de esa fecha, todo fue un efecto dominó en mi círculo. Las cosas se movieron tristemente. Llegué a los 26 sintiendo que podía comerme el mundo despacito, pero con mucha enjundia. Pisé en falso. Recibí noticias que no imaginé pero que, con el recuento mental, me percaté que eso llevaba tiempo ocurriendo. Me quedé sin pareja, a quien ya consideraba mi compañero de equipo y una pieza clave en mi vida. El mundo lógicamente no se acababa, pero era quitar algo importante en mi camino.
Mis amigos y mi familia saben lo ocurrido; no diré más. Los primeros días fueron los peores. ¿Cómo olvidas a alguien que amas tanto pese a sus defectos? ¿Por qué nunca te dijo lo que ocurría? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no quiso luchar? Todo eso ha pasado por mi mente durante más de un mes; hay días buenos y otros pésimos, pero creo que es normal. Estoy segura de que fue un golpe ENORME del que hay muchísimo por aprender, tanto de mis defectos como de cómo deseo que sea mi vida en ese aspecto.
Sólo puedo agradecerle el tiempo y las cosas buenas vividas.
Sólo puedo agradecerle el tiempo y las cosas buenas vividas.
Mis seres queridos se han sentado conmigo en bares, en el Orfeó, cafés, restaurantes y por teléfono para escucharme y leerme. Por primera vez, pedí ayuda desesperadamente. Recibí mensajes hasta de gente que no sabe la historia; me enviaron luz y muchísima fuerza. Me regalaron su tiempo y su cariño.
Aunque algunos no nos vemos diario o tenemos horarios complicados, nos hicimos tiempo para salir. También aprendí a escucharlos y a intentar resolver sus problemas en conjunto. Espero que yo sea un bálsamo como ellos lo han sido para mi. Se han convertido en mis piezas claves; una gran parte de que ya pueda reír más fácil ha sido por su esfuerzo y sus abrazos. Ustedes saben quiénes son y los amo a todos.
En mi trabajo me dieron la oportunidad de viajar y despejar mi mente, aunado a los chistes y los nuevos retos que me permitieron no caer. En esa cobertura rompí un miedo: entrevistar en inglés con gente que no conocía y en un estado que jamás había visitado. Eso me dio un impulso enorme para continuar luchando. Ya tenía bríos que saqué del coraje, pero eso fue el punto cumbre para sonreír y tener aún más confianza en mi. Monterrey fue lo mejor que me pudo ocurrir para sanar.
El dolor de la caída sólo lo puedo comparar con la muerte del hombre que más me amó: mi abuelo. No tengo otra referencia tan caótica como esa, por lo que puede parecerte estúpido el comparativo. Pero todo ese malestar físico y emocional ha sacado algo que a veces olvido: mi fuerza. La fuerza de salir adelante con, sin y a pesar de. Eso aplica para cualquier cosa, no sólo en las relaciones de pareja. Nunca dejes que tu vida se detenga por nada y menos por nadie. Quien bien te quiera, estará.
Yo tenía la idea muy errónea de que estaba sola. Nadie lo está, a menos de que seas Hitler o algo así. Es cuestión de hablar; sí existe la gente que te ama y te acepta seas como seas, con kilos de más, con mal carácter, con un peinado horrible. Jamás te juzgarán y buscarán hacerte entender cuál es el mejor camino para ti.
Aún sé que tengo mucho por aprender y sanar, pero me siento más renovada, chistosa, inteligente y con toda la fuerza para emprender vuelos cada día más altos. Me siento imponente. Tomo los pedazos rotos para reconstruirme y estar y ser mejor. Gracias por todo. Ojalá me sigas acompañando el próximo año.
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