Angie en el Foro Romano, diciembre 2018. En algunas ocasiones, estamos en posición fetal ya sea física o mentalmente. Es la forma más cómoda y segura de acomodarnos, pero hay instantes en los que algo (puede ser que nosotros mismos) nos “pique” las costillas y nos invite a levantarnos y caminar. Eso me pasó en 2018. Inicié el año aún con muchas dudas y llantos. Aún no comprendía que, para amar y ser amada, debía amarme a mi misma. Lo había escuchado infinidad de veces, pero mi duda siempre era cómo llegar a ello. Conocí a Ernesto el 2 de enero. Desde que me vio supo qué ocurría. Creo que mucho de mi avance se lo debo a su guía. Le tengo afecto porque es directo, sin apapachos, tajante y retador; me río mucho con él, pero recibo su palabra como facto. Te impulsa a enfrentarte contigo mismo y a sanar, sobre todo a perdonar, que creo que es el aspecto que más cuesta trabajo. Aceptas, integras y sigues. No creas expectativas. Aprendes a dar amor, a recibirlo y tratar a lo