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Mostrando entradas de febrero, 2018

El reencuentro con las raíces

Llevo más de tres meses y medio reconociéndome. Cada día me gusto más y soy muy feliz con cada progreso y persona que llega a mi vida. Sin embargo, algo dentro de mi se movió anoche; las cuerdas de una guitarra, la caja de percusiones e instrumentos de son jarocho tiraron, como diría Páez, "mi cable a tierra". Nunca había visto a Jorge Drexler en vivo, aunque sigo su carrera desde la pubertad. Entrar al Metropolitan fue como estar en casa y comer tu platillo favorito. Los espectadores estábamos dentro de su guitarra ; veíamos acostados las seis cuerdas y todo lo que pasaba afuera de la "boca" del instrumento. Drexler tiene el poder de hacerte imaginar eso y más. Es un médico culto, sensible y con un ritmo que, si bien puede hacerte bailar, también le da remanso a tu alma. En su presentación , el también actor (es una caja de sorpresas) detuvo las Horas para darnos Asilo en 12 segundos de oscuridad, los cuales estuvieron llenos de Silencio.

El amor y los otros

Esta foto me la envió mi mejor amiga, Katia. Se las pongo nomás por ilustrar.  Todos buscamos el amor, sobre todo los que somos románticos empedernidos y, a veces, muy melosos. Creemos, y la sociedad así lo pinta, que ese sentimiento es sólo aquello que hace referencia a la búsqueda de la pareja ideal. Hasta hace unos meses yo era parte de ese club. Pensaba que dar todo por el otro era lo mejor que podía hacer en la vida, que hacer lo que quedara en mis manos para hacerle reír y aminorarle el dolor era lo correcto, que poner su felicidad antes que la mía me traería cosas buenas, un boomerang de buena vibra. El destino es muy sabio y todas mis acciones me las regresó con un puñetazo en la nariz. Me quebré. Perdí la brújula y derramé lágrimas días y noches. Comía mal, caminaba en exceso y me dediqué a culparme en todo momento de lo ocurrido. ¡Qué equivocada estaba! Cometí muchos errores, entre ellos olvidarme de mi misma. Creí que dar el 100 o el 1000 por ciento cuan